miércoles, 13 de noviembre de 2019

LA FE

Creo que Jesucristo instauró la eucaristía (este es mi cuerpo y esta es mi sangre) para hacernos participe en la fe que tuvo en Dios Padre, que después de  morir en la pasión, resucitaría.

Creo también que fue lo más importante que hizo, trasladarnos está fe.

Por ello cualquier cristiano que no crea en la eucaristía, siempre será un cristiano errante, sin brújula, por mucho que estudie los evangelios si no lo culmina con la eucaristía, y por consiguiente con la misa, solo dará bandazos provocados por el mismo o por los que piensan como el, les faltará este anclaje fundamental en Jesucristo.

Los romanos conquistaron Israel 63 años antes de Jesucristo, esto indica que los judíos vieron durante 70 años como se crucificada a malhechores y rebeldes, con lo cual eran conscientes del gran sufrimiento y muerte del reo.

La certeza de la muerte final del ajusticiado era absoluta.

Creo que por ello viene la sensación de fracaso total que tuvieron los apóstoles, era imposible salir con vida de la crucifixión.

Nosotros hoy sabemos el resultado, que es la resurrección, pero ellos no, su fe era muy incipiente, recién nacida, delicada, débil, la realidad del momento los paso por encima y los descoloco totalmente, todas sus esperanzas, sueños y felicidad, fueron borradas del mapa. El mal había triunfado de forma inapelable, su Maestro había sido triturado sin contemplaciones. El imperio económico y militar romano, y el monopolio religioso donde el afán económico estaba en primer lugar "los pobres son pobres porque así lo quiere Dios y los ricos son ricos por que Dios los premia por ser buenos"

La sensación de los apóstoles y discípulos era: hemos seguido a un loco que quería cambiar el mundo y lo han eliminado y ahora vendrán a por nosotros.

Jesús sabía que iba a ocurrir todo esto por ello creó la eucaristía porque cuando los apóstoles vieron la resurrección y cambiaron totalmente, nosotros asistiéramos a esta última secuencia de Jesucristo y nuestra fe tuviera un sentido y fuera fuerte y cimentada sobre la base real de la existencia de Dios.



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